H E R I D A
1 Pedro 4:1

¿Quién tiene más confianza en recuperarse tras una lesión, el que nunca ha sido herido o el jugador que ha perdurado a través del dolor y ha encontrado la fuerza renovada?  Si la respuesta te parece obvia, tal vez nunca hayas sido herido.  El sufrir es duro, aun después de recuperarse.

Pedro hace mención del sufrimiento y sus resultados en su primera carta en el capítulo 4 y versículo 1, “Por tanto, ya que Cristo sufrió en el cuerpo, asuman también ustedes la misma actitud; porque el que ha sufrido en el cuerpo ha roto con el pecado…”  Él no dice que después de que hemos sufrido que de alguna manera estamos exentos de cometer errores morales; más bien el sufrir cambia nuestras forma de ver y nos lleva a vivir más allá que la gratificación física.

Antes de que hayamos sufrido cualquier lesión significante, muchos de nosotros jugamos con un poco de indecisión en situaciones peligrosas.  Hay un temor latente que si arriesgamos una lesión posible, nunca nos recuperaremos o jugaremos igual otra vez.

No obstante, el jugador que ha sufrido y se ha recuperado, tal indecisión y temor son superados por la garantía que aunque este juego audaz cause algún dolor, se puede superarlo compitiendo con aun más fuerza.

 Mientras compites hoy, juega con fuerza, valor y audacia.  No seas intimidado por la lesión potencial que tal vez creas que destruiría tu carrera como deportista.  Ustedes que han superado una herida, que han sufrido en carne, presten un poco de valor a sus compañeros y jueguen con gran pasión.

El Plan de Lectura Bíblica:
Juan 4:1-14
Santiago 5:7-12
Eclesiastés 8

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