R E C O M P E N S A S
Colosenses 3:24-25


Toma un momento para pensar en las recompensas que vienen por competir en un deporte.  Hay muchos premios por jugar bien.  Es probable que hayas pensado en cosas como trofeos, anillos, y medallas.  Quizá también hayas pensado en recompensas más intangibles como la satisfacción, la fama y la euforia.  Contrariamente, cuando el desempeño es pobre, las recompensas son nada atractivas.  Ahora, independientemente de nuestra posición en el deporte, podemos recibir ambos tipos de recompensas dependiendo de nuestra ejecución.


El apóstol Pablo escribió sobre las recompensas en su carta a los Colosenses en el capitulo 3 y versículos 24 y 25, “Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor.  El que hace el mal pagará por su propia maldad, y en esto no hay favoritismos.”


Lo emocionante de estos versos es que podemos contar con otra base de recompensas que es más segura que nuestra última actuación en el campo.  La recompensa que proviene de la herencia no está fundada en tu actuación sino en tu relación con Dios por Jesucristo.  Cristo recompensa a los que están relacionados con Él con regalos como amor, paz, seguridad, paciencia y el autodominio.  A los competidores que aman a Dios, estas recompensas les parecen más perdurables y de un valor mayor que las que provienen por la actuación en el deporte.


Mientras te preparas para esta competición, pon todo tu esfuerzo para jugar lo mejor posible.   Busca con fuerza las recompensas que proviene de jugar bien en tu deporte.  Pon toda confianza en Jesucristo y cosecha las recompensas diarias de tu herencia en Él.

El plan de lectura:
Marcos 2:13-17
1 Corintios 6:1-11

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