C O M P L A C I E N D O   A    D I O S
Mateo 3:16-17


Unos atletas juegan para complacer a sus padres, otros para complacer a un novio o a una novia.  Unos juegan para complacer al Señor.  ¿Pero qué es lo que realmente complace al Señor?  Pero más que todo, ¿Cómo podemos complacerlo a Él?

En el evangelio de Mateo, en el capítulo 3 y versículos 16 y 17 dice, “Tan pronto como Jesús fue bautizado, subió del agua. En ese momento se abrió el cielo, y él vio al Espíritu de Dios bajar como una paloma y posarse sobre él. Y una voz del cielo decía: ‘Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él.’” 

¡Que día tan grandioso debió haber sido ese!  Jamás he visto algo así en mis días de competición.  ¿Qué habrá logrado Jesús ese día que mereció un despliegue tan poderoso de afecto por parte del Señor?  ¡Nada!  No hizo nada más que ser bautizado por Juan.

Hasta este punto Jesús no tenía seguidores, no había hecho milagros, no había curado a nadie  y no había tenido grandes logros.  Así que, ¿Por qué diría el Señor que estaba muy complacido con Jesús?  Es simple, Él dice que Jesús es su Hijo amado y que está muy complacido con Él. 

Es igual con nosotros.  Por nuestra relación con Cristo, es que también el Señor se complace con nosotros.  No es por nuestros logros, ni a pesar de nuestros fracasos.  Si tienes una relación con el Señor, tú también eres su hijo amado y Él está muy complacido contigo.

 En tus oraciones antes de la competición, agradécele al Dios por el privilegio maravilloso que tienes de ser su hijo.  Agradécele por la gran seguridad que tienes por tu relación con Él.  Compite hoy sabiendo que Él está muy complacido contigo.


El plan de lectura:
Mateo 23:13-24
Salmos 54
Números 15-17

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